Autor: Fr. Alexis Bugnolo
Traducción: Alberto Villasana
Referencia: https://ultimostiempos.org/en/blog-en/item/100-derrota.html
El Papa Benedicto XVI, quien ha sido elogiado por muchos como un gran
teólogo es, en mi opinión, un más brillante jugador de ajedrez, porque
ha derrotado a la anti-iglesia con la maniobra más increíblemente sutil y
efectiva que jamás se haya podido concebir, y que requiere una gran
cantidad de estudios para reconocer si usted, como yo, tomó al pie de la
letra lo que se ha publicado durante los últimos seis años.
Es
cierto que el honor y la gloria de esto pertenecen en primer lugar a
Dios, que ilumina a todos los hombres y los inspira a veces a hacer
cosas que los simples mortales nunca podríamos concebir. Pero también,
gracias a Dios por enviar a Nuestra Señora a Fátima para revelarle a la
hermana Lucía un secreto que hasta el día de hoy permaneció oculto, para
dar un buen consejo al verdadero sucesor de San Pedro en los últimos
tiempos.
Cómo el Papa Juan Pablo II fortaleció el baluarte de la Iglesia contra la anti-iglesia
Creo
que con ese conocimiento, el Papa Juan Pablo II hizo tres cosas:
primero, eligió a Joseph Ratzinger para venir a Roma, y lo preparó para
sucederlo (quizá porque notó que Ratzinger tenía el don de profecía);
segundo, en 1983 añadió el término munus al canon 332 §2, para obligar a todos sus sucesores a la exigencia de renunciar al Munus Petrinus
para abdicar del papado; y tercero, promulgó, en 1996, una nueva ley
sobre las elecciones papales que anularía cualquier intento de la
anti-iglesia de usurpar el papado o elegir sucesores de antipapas (al
exigir que todos los cónclaves válidos se reúnan dentro de los 20 días
posteriores a la muerte de los papas válidos).
El Papa Juan Pablo II advirtió a la Iglesia sobre la anti-iglesia que se estaba levantando:
Beatificó a Ana Catalina Emmerich (en la vigilia de San Francisco de
Asis, en 2004) para dar aprobación papal a sus propias visiones al
respecto. ¡No debería ser sorprendente entonces, que en secreto, o
debería decir, a la luz del día, en decisiones papales preparó a la
Iglesia contra ese mal que vendría!
Mediante estos tres actos, el
Papa Juan Pablo II puso el tablero de ajedrez y permitió que su sucesor
elegido, Ratzinger, estableciera una estratagema de engaño para
derrotar a las fuerzas de la oscuridad.
Las fuerzas de la anti-iglesia atacaron rápidamente
Tan
pronto como el Papa Juan Pablo II murió, la mafia de San Galo, que se
había reunido en esa ciudad suiza durante algunos años, se movilizó para
poner a Bergoglio en el trono apostólico en el Cónclave de 2005.
Bergoglio, como ahora se sabe, obtuvo el la mayoría de los votos después
de Ratzinger. En su campaña para ser elegido, prometió reformas
financieras radicales en El Vaticano, para poder hacerse pasar por un
salvador y reformador, aunque su agenda era la del cardenal Martini,
para convertir a la Iglesia en la novia del anticristo.
Recientemente,
un sacerdote argentino reveló que el Papa Benedicto, poco después de su
elección en 2005, le había pedido a Bergoglio que fuera su Secretario
de Estado. Benedicto intentó con es e ofrecimiento disipar el conflicto
que surgió en el cónclave y desenmascarar las intenciones reales de
Bergoglio. La negativa de Bergoglio manifestó su engaño, porque todas
las razones que se dieron en el Cónclave para su elección -que, para ser
honesto, perfectamente podría desempeñar un Secretario de Estado- lo
habrían estimulado a aceptar la oferta de Benedicto. Pero sin la
autoridad papal, su agenda malvada y perversa no habría avanzado. Con
este signo de ofrecerle la palma de olivo de la paz, Benedicto hizo ver a
sus partidarios, que después de él vendría un antipapa.
Con el
triple conocimiento del futuro que tenía con el Tercer Secreto, del Papa
Juan Pablo II y de su propia experiencia en la Prefectura de la
Doctrina de la Fe, el Papa Benedicto ahora sabía lo que tenía que hacer.
Sabía que Bergoglio quería poder y que se vería cegado por su
ofrecimiento. Se preparó para defender a la Iglesia con la tradición y, a
medida que aumentaba la presión por parte de la mafia de San Galo,
elaboraró su derrota en secreto. Al mismo tiempo, advirtió abiertamente a
los fieles de que el mensaje de Fatima estaba a punto de cumplirse (el
13 de Mayo de 2010 declaró “Se equivoca quien piense que la misión
profética de Fátima se ha cumplido”).
Benedicto sabía que sacar a
la Mafia de Lavanda de El Vaticano era clave para defender a la
Iglesia. Pero, como lo revelaron los documentos judiciales en el caso de
los WikiLeaks ese esfuerzo llevaría a la destrucción de la carrera de
muchos sodomitas, se movieron contra Benedicto para hacerlo renunciar.
Su pontificado habría eliminado a cientos de pervertidos del clero.
Como
he escrito antes, en mi opinión hubo un intento formal de un golpe de
Estado. Y esto realmente se puso en marcha con el intento de encarcelar
al Papa Benedicto. El pacto del cónclave en 2005 entre las facciones en
guerra de Ratzinger (Iglesia) y de Bergoglio (anti-Iglesia) también puso
en marcha las cosas. Pero, con su causa perdida en ese cónclave, la
mafia de San Galo tendría que esperar a que Benedicto renunciara, porque
siendo viejo, él mismo reveló que de todos modos estaba dispuesto a
renunciar en pocos años. Sin embargo, mientras continuaba, su ira e
impaciencia explotaron.
La restauración de la Misa Tradicional (7
de julio de 2007) y la concesión de permisos para celebrarla, causaron
un estallido general entre los clérigos perversos. Yo mismo sé que esto
tuvo lugar en la Conferencia de los Obispos Italianos en 2011, porque un
obispo que asistió me contó cómo se levantaron los cardenales y
obispos, uno tras otro, y decían las peores cosas contra Benedicto.
También sé personalmente, por el testimonio de un empresario siciliano
que estaba en Shanghai, que el cardenal de Palermo había advertido que a
Benedicto le quedaba un año de vida a lo más por su pobre salud. Los
medios controlados por San Galo ampliaron esto y lo informaron como si
el cardenal hubiera dicho que Benedicto tenía un año de vida a lo más.
Ese informe fue publicado ¡el 11 de febrero de 2012! (nótese la fecha).
Golpe maestro de Benedicto
El
Papa Benedicto XVI luego jugó su golpe maestro. En el verano de 2012 le
indicó al cardenal Bertone que iba a renunciar. Él había discutido el
asunto solo con su secretario Gänswein y otros pocos. Creo que escribió
el texto de su abdicación en el otoño de 2012. También expuse que mostró
intencionalmente el texto en latín (el inválido) y una traducción
alemana defectuosa (lo que hacía parecer que la del Latín era una
fórmula válida) a los miembros de la mafia de San Galo, para obtener su
consentimiento. Con ese acto selló su destino (*ver nota del traductor
respecto a la invalidez del texto en Latín pronunciado el 11 de febrero y
sobre el alcanzce del texto pronunciado el 28 de febrero).
Porque
solo alguien que hable el Latín con fluidez, y que conozca el Derecho
Canónico, y que acepte la metafísica tradicional de la Iglesia, podría
ver que la renuncia con esa fórmula era inválida. Ratzinger, además,
preparó el terreno al enfatizar durante años antes que su teólogo
favorito era San Buenaventura. Esto hizo que los eruditos, como yo, nos
pusieramos a estudiar el método escolástico de San Buenaventura para el
análisis textual del significado de las expresiones, que no tiene
paralelo entre todos los doctores de la Iglesia.
El 11 de febrero
de 2013, leyó en voz alta en Consistorio el texto de la fórmula no
válida. Y el 28 de febrero de 2013 explicó que solo renunciaba al
“ministerio activo” (y cómo seguiría con la indumentaria, apelativos y
munus petrinus de “Papa”). Pero la mafia de San Galo corrió la voz de
una renuncia válida. El resto es historia.
Lo único es que
Benedicto comenzó a dar señales de la verdad, no solo por el bien de los
fieles, sino para hacer enojar a la mafia de San Galo: siguió usando la
sotana papal, conservó los títulos de Su Santidad, firmó como PP.
Benedicto XVI, y continuó dando la bendición papal. Hizo esas cosas para
lograr que los fieles católicos examinaran el texto de la renuncia y
descubrieran que no era válido. También hizo esto, creo, porque estaba
obedeciendo las palabras de Nuestra Señora en Fátima, en la que ella
había revelado que llegaría un momento en que el mundo católico pensaría
que había dos papas, pero solo uno de ellos sería el verdadero Papa. El
verdadero continuaría vistiendo de blanco, el otro usurparía el cargo; y
que la anti-iglesia atacaría al verdadero Papa, y que los fieles se
reunirían en torno suyo.
Con una renuncia inválida el Papa
Benedicto anuló canónicamente de antemano todo lo que Bergoglio ha
hecho, lo que puede hacer y lo que hará. Bergoglio es ahora un antipapa
debido al ingenioso truco que Benedicto le jugó. Y Bergoglio está tan
enredado por esta estratagema de Benedicto que ni siquiera puede admitir
su existencia porque, si lo hace, debería declinar su arrebato del
papado.
Si Benedicto muriera no habría un sucesor válido de San
Pedro, a menos que los cardenales pre-bergoglianos se reunieran en
cónclave dentro de los 20 días siguientes. De lo contrario, como el Papa
Juan Pablo II estableció en la constitución Universi Dominici Gregis,
cualquier acción que tomen los cardenales electores sería inválida. Si
no hacen eso, la Iglesia se vería privada de una Papa, porque, como
enseñó el Papa Juan Pablo II en el prólogo de la constitución, la
institución del Colegio “no es necesaria para una elección válida” del
Romano Pontífice, aún sigue siendo válida la antigua Ley Apostólica
sobre el derecho de la iglesia romana a elegir al Papa (el derecho de
elección recaerá en los católicos de la diócesis de Roma que reconozcan
que Benedicto siempre fue el único Papa verdadero, y que Bergoglio
siempre fue y no es nada más que un antipapa).
¡Benedicto ha derrotado a “Francisco”!
* Nota del traductor:
Además de la presión de San Gallo y de otras amenazas que se sumaron
está la evidencia de que en el decreto leído por el Papa Benedicto XVI
el 11 de febrero de 2013 no existió renuncia legítima alguna debido a un
error en latín.
En la Declaratio de la “renuncia” del Papa
Benedicto XVI, tal y como fue oficialmente difundido por El Vaticano y
publicado en L´Osservatore Romano, existe un solecismo muy evidente, es
decir, un error sintáctico que consiste en poner de forma incorrecta los
elementos de una frase.
En la parte medular de la renuncia se lee: “declaro
me ministerio Episcopi Romae Successoris Sancti Petri, mihi per manus
Cardinalium die 19 aprilis MMV commissum renuntiare” (en español:
“yo declaro renunciar al ministerio de Obispo de Roma, sucesor de San
Pedro, que me ha sido confiado por las manos de los cardenales el 19 de
abril de 2005″). Esa frase es totalmente ininteligible, al contener un
error gramatical, pues “commissum”, que depende de “ministerio”, es complemento del verbo renuntiare, por lo cual debería estar en dativo, en concordancia con él, es decir, debería decir commisso.
Ahora
bien, en Derecho Canónico, todo escrito legislativo que contenga una
falta de latín es nulo. Ya el Papa San Gregorio VII (cfr. Registrum
1.33) declaró nulo un privilegio acordado a un monasterio por su
predecesor Alejandro II, “en razón de la corrupción de la latinidad”.
Otro ejemplo. En la epístola decretal Ad audientiam, del Papa Lucius III, que se encuentra en el cuerpo del derecho canónico (cfr. Epístolas decretales de Gregorio IX, de Rescriptis,
c. XI) se establece que “la falsa latinidad invalida un rescrito
papal”. En ese decreto, el Papa prohibió dar crédito a cualquier
documento pontificio “si contiene una falta de construcción evidente”.
La glosa (en el texto oficial publicado por orden del Papa Gregorio
XIII, en 1582) explica porqué un decreto papal “no debe contener ninguna
falta”, y porqué cualquier error de latín constituye tal presunción de
nulidad “que ninguna prueba en sentido contrario puede ser admitida”. Si
bien algunos canonistas modernos opinan que los códigos de 1917 y 1983
derogaron en automático todas las normas anteriores, el cuidado que el
Consejo Pontificio para la Interpretación de los Textos Pontificios
sigue poniendo en la materia, hace dudar de dicha opinión.
Afirmar
que un decreto es nulo no significa que necesariamente se trate de un
documento falso. Pero si revela un error que puede ser manifiesto o
subrepticio, es decir el Papa Benedicto XVI pudo haberlo redactado con
descuido, o cubriendo un verdadero mensaje oculto al haber sido la
renuncia realizada bajo presión. Lo primero resulta bastante
inverosímil, pues es de suponer que un texto tan importante fue revisado
por el Papa no una sino varias veces.
En conclusión, no parece que
el error de latín cometido por Benedicto XVI haya sido una indolencia,
sino un propósito intencional, lo cual nos estaría hablando no solo de
la nulidad absoluta del decreto pontificio, lo cual es un hecho, sino
también de la presión por la que fue motivado, y de lo que proclamaría
posteriormente al despedirse el 28 de febrero: que seguiría vistiendo de
blanco, llamándose Papa con el apelativo Su Santidad, con las llaves de
Pedro en su escudo, y portando el anillo papal que denota la autoridad
pontificia.